Por, Pedro Acosta Barreto
Mi
intención es brindar una interpretación de algunos textos de la Escritura. Es
importante que tengamos una interpretación correcta de estos textos y no una
idea antojadiza y personal sobre este tema.
Si
estudiamos el tema de “juzgar a otros” en las Santas Escrituras necesariamente
tenemos que considerar Mateo 7:1-5. Este pasaje está en el contexto del sermón
del monte expresado por nuestro Señor Jesús. Este es uno los textos principales
que se deben analizar al estudiar el tema de “juzgar”, debido a que desde el
punto de vista de la interpretación bíblica, nos encontramos con dos elementos
importantes:
- Todos los expertos en exegesis
bíblica estarían de acuerdo que debemos considerar estos textos con mayor
atención, por cuanto es el propio Señor Jesús quien pronuncia estas Palabras.
- Estas palabras son entregadas a los
oyentes del sermón del monte, es por eso que tienen una aplicación universal
para todos los creyentes.
Algunos
cristianos dicen que Si podemos JUZGAR a otros, debido a que juzgar significa
DISCERNIR, estas personas sostienen que juzgar en el texto griego del N.T es
ANAKRINO, uno de los significados de esta palabra es discernir. Entonces llegan
a la siguiente conclusión: “juzgar es
igual que discernir, Dios nos llama a discernir, es por eso que podemos y
debemos juzgar a otros”. Esta
conclusión lleva a estas personas a levantar todo tipo de juicios y
declaraciones sobre otras personas, muchas veces se ridiculiza e insulta a
otros y se justifica en que Dios nos permite juzgar a otros de esta forma.
He visto durante mi carrera cristiana a
muchos “cristianos” despotricar injustamente contra los ministros y hermanos,
he visto a muchos ser destruidos de forma vergonzosa usando la Tv, La Prensa
Escrita y Radial. (Ejemplo de un Predicador que es mi sobrino) Estos “Jueces”
descarados alegan estar en la “Verdad” posiblemente estén con la verdad (Jesús)
Pero la Verdad no está con ellos.
El error
que cometen estas personas, es que en Mateo 7:1-5 la palabra que se usa para
juzgar en el texto griego NO ES ANAKRINO, la palabra que se usa en esta porción
de la Escritura es KRINO, que
es diferente en uso y significado de la palabra anakrino.
Ahora quiero citar textualmente algunas
porciones del Diccionario Bíblico Vine, para que puedan ver la diferencia en el
uso y significado de los verbos ANAKRINO y KRINO.
KRINO (κρίνω) denota primariamente separar, seleccionar elegir; de ahí, determinar, y de ahí juzgar, pronunciar juicio. Los
usos de este verbo en el NT pueden analizarse de la siguiente manera:
(a) asumir
el oficio de un juez (Mateo 7:1; Juan 3:17)
(b) pasar
por el proceso de un juicio (Juan 3:18; Juan 16:11; Juan 18:31; Santiago 2:12);
(c)
pronunciar sentencia (Hechos 15:19; Hechos 16:4; Hechos 21:25);
(d)
Condenar (Juan 12:48; Hechos 13:27 Romanos 2:27);
(e)
Ejecutar juicio sobre (2 Tesalonicenses 2:12; Hechos 7:7);
(f) estar
involucrado en un pleito, bien como demandante (Mateo 5:40; 1 Corintios 6:1); o
como demandado (Hechos 23:6);
ANAKRINO (ἀνακρίνω), examinar,
investigar, preguntar interrogar (ana , arriba, y Nº 1).Se traduce «se han de
discernir» (1 Corintios 2:14), dicho de las cosas del Espíritu de Dios; en el
v. 15: «juzga», dicho de ejercer un juicio discerniendo todas las cosas en
cuanto a su verdadero valor, por parte de uno que es espiritual. En el mismo
v.15: «no es juzgado de nada», esto es, la mente meramente natural no puede
estimar (apreciar) los motivos de la espiritual.
Otra cosa que debemos considerar es que la palabra
para juicio usada en mateo 7:2 es KRIMA que su significado general es
sentenciar o condenar.
A la luz de
lo expuesto anteriormente podemos decir lo siguiente:
Es
claramente evidente que los verbos anakrino y krino son diferentes en uso y
significado.
Entonces cuando el Señor nos habla en Mateo 7:1-5
NO está hablando de “discernir” a las personas, sino mas bien está hablando de
juzgar en el sentido de criticar, hacer de juez, emitir sentencia, condenar,
etc.
Si juzgar
en Mateo 7:1-5 fuera “discernir”, el versículo 1 seria de la siguiente forma:
“No disciernan, para que no seáis discernidos”. Esto sería muy contradictorio y
ridículo, debido a que las palabras del Señor nos estarían “impidiendo
discernir”. Todos estamos de acuerdo que el Señor nos llama a discernir, lo
importante es saber que está diciendo Mateo 7:1-5, respecto de juzgar a otros.
Después de
esta aclaración intentemos explicar Mateo 7:1-5 y algunos otros pasajes de la
Escritura relacionados con el tema del “juzgar”. Las personas con menos conocimiento podrían sugerir que
la biblia se contradice, debido a que pueden pensar que en algunos pasajes se
nos prohíbe Juzgar (Mateo 7:1-5 y Lucas 6:37) y en otros se nos dice que
podemos juzgar (Juan 7:24 y 1 Corintios 5:1-13). Debemos sostener enfáticamente
que las Sagradas Escrituras no se contradicen, entonces debemos estudiar estos
pasajes y ver la armonía y coherencia que existe entre ellos.
La explicación básica para
comprender estos pasajes, es entender el contexto donde se encuentran, por
ejemplo en Mateo 7:1-5 y en Lucas 6:37 se está hablando del “Juicio personal
que una persona puede emitir sobre otra”, pero en 1 Corintios 5:1-13 se está
hablando del “Juicio de disciplina que debe emitir una iglesia sobre un determinado
miembro de su congregación”.
El
contexto de Juan 7:24 tiene relación con la actitud que tenían los judíos
cuando juzgaban la doctrina y las acciones de nuestro Señor, este texto nos
dice que “No se debe juzgar superficialmente la obras de una persona, se debe
juzgar con justo juicio”.
Muchos de
los errores y excesos que se cometen son por causa de que muchos textos son
sacados del contexto en el que fueron escritos. Hay una frase en interpretación
bíblica que dice: “un
texto fuera de su contexto es un pretexto”. Algunos textos mal interpretados
son el “pretexto” de algunos para insultar, ridiculizar y condenar a otros
cristianos. He visto muchos videos en internet que me enviaban algunos
amigos para observar como los “Defensores de sus verdades” dan rienda suelta a
sus emociones, muchos de ellos buscan que le aplaudan por sus actos que
cometen.
El erudito bíblico Jhon Stott en su comentario al
sermón del monte nos dice que Mateo 7:1-5 nos habla de lo que debemos hacer en
relación a las caídas que puede cometer un “compañero” cristiano, en tal
situación prohíbe dos opciones, y luego recomienda una tercera, una vía mejor y
más “cristiana”. Jhon Stott estructura Mateo 7:1-5 de la siguiente forma:
a. El cristiano no debe ser juez (1-2)
b. El cristiano no debe ser hipócrita (3-4)
c. El cristiano debe más bien ser un hermano (5)
La amonestación de
nuestro Señor “no juzguéis” no puede entenderse como un mandato a suspender
nuestras facultades de discernimiento hacia otras personas, a volvernos ciegos
a sus faltas, a rehusar discernir entre la verdad y el error, lo bueno y lo
malo. Es obvio que necesitamos del discernimiento para conducirnos
correctamente en la vida cristiana.
Jesús no
estaba prohibiendo el discernimiento, ¿Qué quería decir con No juzguéis? esto
significa, “inclinación a condenar”. El seguidor de Jesús es
continuamente “crítico” en el sentido de que usa sus poderes de discernimiento,
pero no “juez” en el sentido de condenar. La inclinación a condenar
es un pecado combinado que consta de varios ingredientes desagradables. No
significa valorar críticamente a la gente, sino juzgarla con dureza. El crítico inclinado a condenar es un descubridor de faltas, negativo y
destructivo con las demás personas, que disfruta esforzándose activamente por
buscar las fallas de ellas. Hace la peor interpretación posible de los motivos
de los demás y no es tolerante con sus errores.
Para resumir, el mandato no juzguéis no es una
prescripción a ser ciegos, sino más bien una exhortación a ser magnánimos.(Bondadoso, comprensivo, respeto)
renunciemos a la ambición presuntuosa de ser Dios (al colocarnos en alto como
jueces).
“La norma de Jesús para las relaciones en la
contracultura cristiana es elevada y sana. En todas nuestras actitudes y
conducta hacia otros no debemos actuar ni como jueces (volviéndonos severos,
censuradores y condenatorios), ni como hipócritas (culpando a otros mientras
nos excusamos nosotros), sino como hermanos, cuidando de otros a tal punto que
primero nos culpamos y corregimos nosotros y luego buscamos ser constructivos
en la ayuda que les damos a ellos. “Corregirlo: dijo Crisóstomo, aludiendo a
alguien que ha pecado, Pero no como a enemigo, ni como adversario exigiendo
castigo, sino como el médico que provee las medicinas” Sí, Y todavía más, como hermano
amante ansioso de rescatar y de restaurar. Necesitamos ser tan críticos con
nosotros como a menudo lo somos con otros, y tan bondadosos con los otros como
siempre lo somos con nosotros. Entonces aplicaremos de antemano la regla de oro a la que Jesús nos
lleva en el versículo 12 y actuaremos con otros como nos gustaría que actuaran
ellos con nosotros”.
Hay tres
grandes razones para no juzgar a nadie.
i. Nunca conocemos totalmente
los hechos o a la persona.
Nuestro
deber es no condenar ni juzgar por lo que aparece a la superficie, sino buscar
la belleza interior. Eso es lo que querríamos que los demás hicieran con
nosotros, y lo que debemos hacer con ellos.
ii. A todos nos es
prácticamente imposible el ser estrictamente imparciales en nuestros juicios.
Sólo una
persona totalmente imparcial tendría derecho a juzgar. No le es posible a la
naturaleza humana ser completamente imparcial. Sólo Dios puede juzgar.
iii. Pero fue Jesús
Quien estableció la razón suprema por la que no debemos juzgar a los demás.
Nadie es lo bastante bueno para juzgar a otro. Jesús hace la caricatura de un
hombre que tiene una viga metida en un ojo, que se ofrece para quitarle una
mota de polvo que tiene otro en el ojo. El humor de esa escena provocaría una
carcajada que grabaría la lección indeleblemente.
Nadie tiene
derecho a criticar a otro si no está dispuesto a ponerse en la misma situación.
No hay nadie que sea suficientemente bueno para tener derecho a criticar a
otros.
Tenemos
tiempo de sobra que hacer para poner en orden cada uno su propia vida sin
ponernos a ordenar criticonamente las de los demás. Haríamos bien en
concentrarnos en nuestros propios defectos, y dejarle a Dios los de los demás.
Abran sus
Biblias en Santiago 4:11-12
Hermanos,
no habléis mal unos de otros. El que habla mal del hermano, o juzga a su
hermano, habla mal de la Ley y juzga a la Ley; y si juzgas a la Ley, ya no eres
hacedor de la Ley, sino juez.
Uno
solo es el Legislador y Juez, el que puede salvar y perder; pero tú, ¿quién
eres, que juzgas al prójimo?
Después de
este panorama bíblico que les acabo de enseñar, quiero ir concluyendo de la
siguiente manera:
En ningún lugar de las Santas
Escrituras encontramos una restricción respecto del DISCERNIMIENTO que debe
tener cada creyente.
Es cierto que juzgar significa discernir, pero no sólo significa eso, es
un error enseñar que juzgar sólo significa discernir. En la gran mayoría de los
textos analizados se usa el verbo krino que tiene relación con criticar,
sentenciar y condenar. No estamos diciendo que tengamos que hacernos cómplices
de los errores y pecados de otros, lo que estamos diciendo es que no tomemos el
lugar de jueces.
Estoy completamente a favor del discernimiento que debe
tener cada cristiano para evaluar las acciones buenas o malas de otras
personas. Pero esto es muy diferente a lo que están haciendo algunas personas al
tomar el lugar de jueces emitiendo condenas sobre otros. Si vamos a evaluar la
doctrina y las acciones de otras personas debemos hacerlo como Cristo nos mandó
a hacerlo: “No juzguéis según las apariencias, sino juzgad con justo juicio”
(Juan 7:24).
Creo que la intención de la Escritura frente a los
errores de otros no es que los critiquemos y destruyamos con nuestros
comentarios, sino más bien que tengamos una actitud de amor y restauración
hacia ellos (Mateo 7:1-5 y Gálatas 6:1). Antes de
emitir un juicio público en contra de alguna persona deberíamos tratar de
“ganarlo” y hacerlo volver de su error, como nos exige Mateo 18:15-17.
Es
importante distinguir los textos que nos hablan del “juicio personal” que puede
emitir una persona sobre otra, de los textos que nos hablan del “juicio de
disciplina” que debe emitir una iglesia sobre determinadas personas y
situaciones.
Estoy completamente a favor de la disciplina
en la iglesia, pero esto debe hacerse bajo las normas bíblicas y en relación al
gobierno que tiene cada congregación. Esta disciplina puede darse desde una
amonestación privada, hasta una expulsión pública de un miembro. La Biblia
habla incluso que en situaciones extremas hay personas que fueron “entregadas a
Satanás”, pero esta determinación pasa por una medida disciplinaria de una
congregación y no de la apreciación personal de un determinado “hermanito” que
ande entregando a Satanás a sus hermanos.
Creo
que aun cuando podamos reconocer los errores de otras personas no tenemos el
derecho a insultarlas, humillarlas y condenarlas. Hoy nos encontramos con una
ola de personas tratando de defender la fe, algunos sin conocimiento y sin amor. La mejor forma de confrontar la
falsa doctrina, no es atacando a las personas, es enseñando la sana doctrina.
Hay muchos hermanos conformando sectas fundamentalistas atacando e insultando a
otros, muchos de ellos comenzaron con una sincera intención, pero se
extraviaron y cayeron en estos errores al no tener una idea correcta sobre lo
que significa juzgar a otros.
La Biblia
no nos prohíbe discernir las acciones de otras personas, sino más bien nos
enseña cual debe ser nuestra actitud luego que nos damos cuenta de su error. No
debemos tomar el lugar que sólo le pertenece a Dios, debemos corregir con amor
y misericordia aquel que cometió el error.
Termino
esta conferencia radial leyendo 2 Timoteo 2:23-26
Pero
evita las controversias necias e insensatas, sabiendo que engendran contiendas,
porque un siervo del Señor no debe ser contencioso, sino amable con todos, apto
para enseñar, tolerante; que con mansedumbre corrija a los que se oponen, por
si quizá Dios les conceda el arrepentimiento conducente al conocimiento pleno
de la verdad, y vuelvan en sí, y escapen del lazo del diablo en que están
cautivos a voluntad de él.
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